“Sólo ellas se entienden a sí mismas y a los parecidos a ellas, tal como sólo las almas entienden a las almas.”
Hablaba de las estrellas, Walt Whitman, se refería a ellas. Cada una con sus formas, sus luces y sus maneras de dejarse ver según la noche.

jueves, 7 de abril de 2011

 1.  

Peli tediosa, empandas vacías, vino picado y buen sexo.

El día empezo con un mensaje al estilo Susanita de los 90´, “Hoy te toca disfrutar. Ya tengo las entradas para una peli, prepare una rica cena, relajate, hoy te toca disfrutar…” Me sentía la mejor novia de todo Villa Pueyrredon, no voy a decir mas porque sería demasiado, pero lo sentía, y saben qué, a veces es genial sentirse así.
Lo pasé a buscar, divina, con un saquito nuevo que me habia comprado esa misma tarde mientras caminaba por Cabildo pensando en la fabulosa noche que ibamos a pasar. Pero ya habia cometido varios errores. Habia comprado un saquito verde que sabia, era la unica vez que iba a usar, pero tambien, ilusamente, pense que le iba a encantar. Vale la pena aclarar que llegado el momento, ni lo notó.
Caminando al cine, nunca de la mano, charlamos de lo misteriosa que estaba siendo, y lo bien que supuestamente la pasaríamos.
Comenzó la peli y no duramos ni media hora. Por primera vez en la vida, nos habiamos levantado y decidido abandonar la sala. Entre risas y nervios, le rezaba a todos los santos y a los “clavos de Jesus” (como dice un paciente) para que la noche mejorara.
Llegamos a casa y sentados para cenar, saco las empanadas del horno. Su cara de desilución creo que ya habia marcado el rumbo de la noche. Abrimos el vino, y creo que nunca en la vida maldije tanto al chino de acá a la vuelta. Picadisimo. Ni siquiera podiamos emborracharnos para sobrepasar el momento.
Nos acostamos e hicimos el amor. Él miro para su lado y yo para el mío, a esta altura ya no nos abrazabamos, ni siquiera nos deseabamos las buenas noches.
Antes de dormir me di cuenta que, a veces, no es la peli, no son las empanadas ni el vino picado, sino que una intenta sobrellevar, lo que ya no tiene solución. 
De todas maneras, no me arrepiento de haberlo intentado.
Descubri que mis empanadas no funcionaban con este hombre.
Más adelante, en otra cita, decidí pedir comida, algo más de mi estilo, y esa noche, definitivamente, me fue un poco mejor.